¿Se puede acaso ver y estar ciego a la vez?
¿Existe acaso la libertad al ser prisionero?
Es preciso llegar al fondo del abismo
para entender ceguera y libertad...
Extraviada la senda, se pierde el camino,
no hay amaneceres, no hay ocasos
sólo penumbras, que ahorcan, que castigan
y las plumas encarnadas se marchitan.
El día es búsqueda constante, el afán de hallar
lo que ya no se tiene, lo que se ha ido...
La noche es la bofetada de la realidad,
es el grito de la burla, el dedo que señala...
El espíritu libre encerrado en jaula inaudita,
de necesidades, de órdenes, de obligaciones;
empobrecida el ansia, borrada la pasión,
doblegada la frente, suspirando recuerdos.
El dolor más intenso no nace de un cuerpo enfermo,
emana de una mente atacada por la memoria,
por la evocación de volar por las nubes, por el sol,
y saber que ciega ha quedado, entre las barras de la impiedad.
Febril grito de una garganta que nadie escucha,
arañazos en la tapa del propio ataúd, muerte en vida,
y aunque sea la vida la que se busque...
sin luz, sin viento, sin mar, sin aire... la vida es muerte.
No hay sonrisas, no hay música, no hay caricias,
el vacío que llena el vacío es envolvente y cáustico...
Oprime la llaga, levanta la costra, muerde la herida,
e irónico aun se burla, se rie, se pasea en la nada.
Y de esa tortura oscura y silenciosa, emerge del espejo,
el antagonista, el doble, el otro, el que no fue pero es...
y cubre como un tentáculo hediondo, como una peste
avanzando, conquistando, despojando, apropiando.
Doble dolor, doble crucifixión, doble cadena...
oh noche inacabable, sin luna, sin brisa, sin ruidos,
en ti se suspende mi realidad y mi fantasía en desvarios,
en dolorosa afrenta, en un "si" que debió ser un "nunca".
¿Existe acaso la libertad al ser prisionero?
Es preciso llegar al fondo del abismo
para entender ceguera y libertad...
Extraviada la senda, se pierde el camino,
no hay amaneceres, no hay ocasos
sólo penumbras, que ahorcan, que castigan
y las plumas encarnadas se marchitan.
El día es búsqueda constante, el afán de hallar
lo que ya no se tiene, lo que se ha ido...
La noche es la bofetada de la realidad,
es el grito de la burla, el dedo que señala...
El espíritu libre encerrado en jaula inaudita,
de necesidades, de órdenes, de obligaciones;
empobrecida el ansia, borrada la pasión,
doblegada la frente, suspirando recuerdos.
El dolor más intenso no nace de un cuerpo enfermo,
emana de una mente atacada por la memoria,
por la evocación de volar por las nubes, por el sol,
y saber que ciega ha quedado, entre las barras de la impiedad.
Febril grito de una garganta que nadie escucha,
arañazos en la tapa del propio ataúd, muerte en vida,
y aunque sea la vida la que se busque...
sin luz, sin viento, sin mar, sin aire... la vida es muerte.
No hay sonrisas, no hay música, no hay caricias,
el vacío que llena el vacío es envolvente y cáustico...
Oprime la llaga, levanta la costra, muerde la herida,
e irónico aun se burla, se rie, se pasea en la nada.
Y de esa tortura oscura y silenciosa, emerge del espejo,
el antagonista, el doble, el otro, el que no fue pero es...
y cubre como un tentáculo hediondo, como una peste
avanzando, conquistando, despojando, apropiando.
Doble dolor, doble crucifixión, doble cadena...
oh noche inacabable, sin luna, sin brisa, sin ruidos,
en ti se suspende mi realidad y mi fantasía en desvarios,
en dolorosa afrenta, en un "si" que debió ser un "nunca".
* Escrito en Ausencia