Llegaste cual te fuiste,
como una sombra en la luz
de la vida que una vez
con seguridades yo viví.
Hoy, no quiero ver.
Fuiste la sed que se dio
cuando frente al agua
que era mi existencia
te paraste con soberbia.
Hoy, no quiero beber.
Originaste los pasos
que por camino vírgen
de mi humanidad
condujéronme al dolor.
Hoy, no quiero sufrir.
Produjiste las lágrimas
que la tristeza no pudo
en mucho tiempo
arrancar de mis ojos.
Hoy, no quiero llorar.
Concediste los brazos
al abrazo no conocido
que de fuerte fue débil
para apretar con amor.
Hoy, no quiero amar.
Dijiste la palabra al fin,
con la voz de otro mundo
y el adiós se convirtió
en el verdadero apocalipsis.
Hoy, no quiero vivir.
Y sembraste de recuerdos
el campo que una vez
se gozaba en sus planes
de cosechas y maravillas.
Hoy, no quiero recordar.
Sombra, sed y pasos...
Lágrima, abrazo y adiós...
recuerdos... todo junto...
Hoy aunque no quiero serlo...
Soy una consecuencia.