Lo único que sabía era que tenía hambre, y todo en su mundo era comestible, caminaba y caminaba y todo era comida a su alrededor, incluso el terreno donde caminaba era comida para él, no perdía tiempo para satisfacer su hambre, pero tan pronto como se llenaba, el hambre volvía a aparecer y siempre con más violencia que la vez anterior y la necesidad era siempre más y más imperiosa.
Se sentía contento de ir siempre en busca de comida bajo aquella luz tan acariciante.
Día tras día, siempre lo mismo, no había tiempo para otra cosa, comer y comer y siempre comer. Sabía que estaba obeso, y grande... porque todo se iba reduciendo de lugar, y mientras más gordo y grande estaba, el hambre se volvía a su vez enorme e inaguantable. Dormía poco, caminaba mucho... siempre comiendo.
Un día, despertó sintiéndose raro, como que si no hubiese dormido lo normal, se sentía pesado, perezoso, y en un momento se percató que no tenía hambre. Eso si que le produjo extrañas sensaciones, estaba tan acostumbrado a comer que no hallaba que hacer. Empezó a caminar lentamente, pero pronto se dio cuenta que caminar no era ya de su gusto.
La modorra continuaba, el mundo entero parecia haberse detenido, y esa luz que siempre lo había acariciado ahora le molestaba, su propio cuerpo le molestaba.
Se quedó quieto en un rincón de ese mundo ahora silencioso. Y sintió sueño... mucho sueño... mientras las molestías de su cuerpo iban tambien multiplicandose... el sueño y el dolor se unieron para mortificarlo y el se retorcía de uno a otro lado, tratando de calmar aquel castigo. De pronto, para su angustia... vio que de su boca, empezó a salir aquella horrible sustancia... pegajosa, espesa... pero el dolor era mayor que la sorpresa y no cesaba en sus movimientos de uno a otro lado... tanto se retorcia que aquella baba blanca iba cayendo sobre todo su cuerpo...
Asi pasaron los minutos, las horas... en aquel devaneo contra el dolor... la baba había cubierto casi todo su cuerpo, y la sustancia se había vuelto sólida y no le permitia ya moverse libremente... y con los últimos chorros de la baba, cubrió su cabeza, quedando en unos momentos completamente cubierto... en pocos minutos más quedo inmóvil, incapaz de poder moverse... y aunque el dolor era intenso, el sueño se incrementó a tal punto que venció todos sus intentos de mantenerse despierto y luchar contra el dolor...
Y asi, dentro de aquella sustancia solidificada, sintió un profundo silencio... una tranquilidad extraña... y sueño y más sueño hasta que no supo más.
Despertaba momentáneamente... una veces soñaba que despertaba...
Hasta que despertó definitivamente... Se sentía muy diferente a como era antes de dormir... el dolor había desaparecido y el mundo, allá afuera de su prisión parecía haber vuelto también a la vida... y sintió la enorme necesidad de salir... necesidad que se convirtió en obsesión... y empezó a moverse violentamente, empujándose con todas sus fuerzas, hasta que en un momento, logró romper la pared y una luz brillante le llenó la cara... se llenó de júbilo... de una alegría inmensa... Se empujó aun con más violencia hasta que logró salir y quedó allí sofocado, enceguecido por la luz brillante... pero el calor de la luz era lo que necesitaba...
Se percató que su gordura había desaparecido... incluso su apariencia era diferente y sobre su espalda... oh... pero qué cosas son esas?... dos maravillosas alas, casi transparentes se iban abriendo poco a poco, calentadas por la luz matutina...
Al fin... aquella oruga se había convertido en una bella mariposa.
Se sentía contento de ir siempre en busca de comida bajo aquella luz tan acariciante.
Día tras día, siempre lo mismo, no había tiempo para otra cosa, comer y comer y siempre comer. Sabía que estaba obeso, y grande... porque todo se iba reduciendo de lugar, y mientras más gordo y grande estaba, el hambre se volvía a su vez enorme e inaguantable. Dormía poco, caminaba mucho... siempre comiendo.
Un día, despertó sintiéndose raro, como que si no hubiese dormido lo normal, se sentía pesado, perezoso, y en un momento se percató que no tenía hambre. Eso si que le produjo extrañas sensaciones, estaba tan acostumbrado a comer que no hallaba que hacer. Empezó a caminar lentamente, pero pronto se dio cuenta que caminar no era ya de su gusto.
La modorra continuaba, el mundo entero parecia haberse detenido, y esa luz que siempre lo había acariciado ahora le molestaba, su propio cuerpo le molestaba.
Se quedó quieto en un rincón de ese mundo ahora silencioso. Y sintió sueño... mucho sueño... mientras las molestías de su cuerpo iban tambien multiplicandose... el sueño y el dolor se unieron para mortificarlo y el se retorcía de uno a otro lado, tratando de calmar aquel castigo. De pronto, para su angustia... vio que de su boca, empezó a salir aquella horrible sustancia... pegajosa, espesa... pero el dolor era mayor que la sorpresa y no cesaba en sus movimientos de uno a otro lado... tanto se retorcia que aquella baba blanca iba cayendo sobre todo su cuerpo...
Asi pasaron los minutos, las horas... en aquel devaneo contra el dolor... la baba había cubierto casi todo su cuerpo, y la sustancia se había vuelto sólida y no le permitia ya moverse libremente... y con los últimos chorros de la baba, cubrió su cabeza, quedando en unos momentos completamente cubierto... en pocos minutos más quedo inmóvil, incapaz de poder moverse... y aunque el dolor era intenso, el sueño se incrementó a tal punto que venció todos sus intentos de mantenerse despierto y luchar contra el dolor...
Y asi, dentro de aquella sustancia solidificada, sintió un profundo silencio... una tranquilidad extraña... y sueño y más sueño hasta que no supo más.
Despertaba momentáneamente... una veces soñaba que despertaba...
Hasta que despertó definitivamente... Se sentía muy diferente a como era antes de dormir... el dolor había desaparecido y el mundo, allá afuera de su prisión parecía haber vuelto también a la vida... y sintió la enorme necesidad de salir... necesidad que se convirtió en obsesión... y empezó a moverse violentamente, empujándose con todas sus fuerzas, hasta que en un momento, logró romper la pared y una luz brillante le llenó la cara... se llenó de júbilo... de una alegría inmensa... Se empujó aun con más violencia hasta que logró salir y quedó allí sofocado, enceguecido por la luz brillante... pero el calor de la luz era lo que necesitaba...
Se percató que su gordura había desaparecido... incluso su apariencia era diferente y sobre su espalda... oh... pero qué cosas son esas?... dos maravillosas alas, casi transparentes se iban abriendo poco a poco, calentadas por la luz matutina...
Al fin... aquella oruga se había convertido en una bella mariposa.
Mientras me adentraba en la lectura,buscaba el nombre del personaje tan comilon..."gusano"...excelente!! quien como ellos que saben esperar..sin comprender tal vez..lo que se les esta por ofrecer..nos llevan a despresiarlos y luego nos ponen en el otro extremo de admirarlos.¿¿quien como ellos que nos hacen retraernos??..al verlos salir..y en medio de alas y colores..¡¡ pensar que ya no es un "gusano" es una mariposa!!...
ResponderBorrarTe felicito,me gusta tu estilo..me empujas a seguir el relato..crysty
Asi es... de lo feo, nace lo bello... Analogía de algo que tú y yo hemos conocido muy bien. Y si te empujo a seguir el relato... dale!...
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