Al abrigo de las oscuras callejas,
se deslizan las almas solitarias
y avanzan por la noche temerarias
deshilando de sus vidas, las madejas.
Son aves tristes y nocturnas
que no aceptan ninguna compañía,
huyendo del sol, huyendo del día
fieles a su existencia vagabunda.
¿Qué razón...? ¿Qué misterio o martirio...
fue causante de vida tan amarga?
¿De qué está hecha semejante carga...
que los lleva y los arrastra al suicidio?
Quizá... un desdén amoroso...
una flor inconquistable
de corazón soberbio e inquebrantable
con espíritu cruel y alevoso.
O fue quizá la marca de la suerte
que un día ya pasado
se llevó a un ser adorado
al abismo eterno de la muerte.
O el peso pecador de una conciencia
que lleva una pena inconfesable,
una acción perversa y excecrable
que los mantiene en eterna vergüenza.
Y condenados a vivir en su castigo
se niegan para siempre la alegría,
arropados en severa melancolía,
lloran en secreto lo perdido.
Hijos de Dios, abandonados...
por amor, por pena o por culpa;
sintiendo que todo los inculpa,
y obliga a ser por siempre desdichados.
¿que será?, todo lo propuesto tiene sentido..este poema me recuerda un familiar que andubo por años perdido vagabundeando por las calles casi deceando ser un victima, las culpas pueden haber colaborado, el desamor,lo altanero y avallasador que se sintió en ciertas ocasiones..pero lo que sea es indigno ver a un ser humano distraido de todo lo que implica la dignidad. Pasar por el lado de un vagavundo, me genera compasión, intolerancia, pena, frustración,un cumulo de sentimientos...no creo que alguien los obligue a ser desdichados, ellos mismos se obligan a esa condicion. El relato me generó melancolía,tristeza...y un largo suspiro. R.C.M.C
ResponderBorrarCada quien tiene una historia, y cada quienuna capacidad para enfrentar los dilemas, hay algunos que se cansan de luchar, se abandonan y se retraen. Es difícil ayudarles cuando ellos mismos se han cerrado la puerta. Lamentable, pero muy común.
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