La niña corría, por callejones oscuros, por callejas solitarias, bajo aquella incesante lluvia, el eco de sus pasos la acompañaba en su carrera, no huía de nada, ni de nadie pero tenía prisa por encontrarlo, no podía estar lejos, ella sentía su llamado... el color rojo... estaba presente... siempre presente... el clamor de las olas se escuchaba cercano...
En un instante despertó... su corazón latía fuerte, sudaba y su cuerpo estaba tenso... otra vez aquel sueño perturbaba su infantil existencia... todo en su alrededor estaba oscuro, aún era de noche... sus padres dormían tranquilos en la habitación contigua... no quizo levantarse... no sentía miedo... solo ansiedad... quizá hasta curiosidad...
Poco a poco... lentamente la pesadez del sueño llegó como una tibieza envolvente, como una tranquilidad nebulosa en la que fue cayéndo muy despacio... hasta quedar dormida nuevamente.
Las nubes se disiparon en torno a ella... vio el cielo... tormentoso, violento, rojizo... y el impulso de buscarlo le hizo dar un salto y emprender la carrera; callejones, casas, campos pasaban a su lado vertiginosamente... la lluvia empezó a caer... llenando el ambiente de un color rojizo... el cielo palpitaba.... pero ella no se detuvo... era imperativo encontrarlo... dobló por cien esquinas... hasta llegar a una plaza... de cara al mar... Supo que estaba cerca... el relincho doloroso se escuchó como un eco distante mezclado con el furor de las olas... ella unió sus manos al pecho y se sintió llorar... caminó lentamente, tan lentamente que parecía flotar... la lluvia roja arreciaba... el cielo se encendía por momentos... espantosos relámpagos llenaban por instantes de un brillo rojizo todo el ambiente... y entonces lo vio...
Yacía tirado... su magnífico cuerpo era tal como lo había pensado... se acercó y a pesar de verlo en esa condición no sintió pena o lástima... una inmensa tranquilidad se apoderó de ella cuando llegó a su lado... el caballo, la vio... estaba herido mortalmente... de su cuello manaba sangre... y fue la vista de aquella sangre la que la llenó de una extraña sensación... la sangre roja, viva, vital... que se escapaba de su prisión y fluía al fin libre... se arrodilló y lentamente sus manos entraron en contacto con el líquido rojo...
Por primera vez en su vida sintió una sacudida placentera, la tibieza de la sangre... el relincho que era apenas ya un susurro, la violencia de las cercanas olas... la furia de aquel cielo... la fuerza de la tormenta... todo aquello se unió a su cuerpo y se hizo propio... interno... haciéndola casi perder el sentido... un temblor que anunciaba una satisfacción sin nombre fue haciéndose más y más evidente dentro de su cuerpo... al tiempo que el caballo daba su vida, al tiempo que las olas mostraban lo máximo de su poder, al tiempo que aquel cielo se abría por completo sobre aquella tierra... y todo fue rojo... todo palpitaba... todo se elevaba al límite... incontrolable... insaciable...
Cayó por completo al suelo... sus manos llenas de sangre se apretaban con violencia sobre aquella parte que no se muestra, el último estertor del caballo fue largo, triste... oscuro... la última ola se estrelló violenta, la lluvia se detuvo... el rojo se fue desvaneciendo... el silencio llegó... espeso... casi sólido... y con el silencio lo negro se apropió del universo... y la envolvió a ella, robándole aquel placer... lentamente... convirtiéndola en piedra... sin vida... sin sangre... y deseó que aquello no sucediera... luchó contra el silencio... pero no tenía fuerza alguna...
El sol alumbraba su cuarto... su despertar fue doloroso...
Desde afuera... llegaron inconfundibles los sonidos de cascos sobre el piso del patio... y ella entonces... sonrió satisfecha.
En un instante despertó... su corazón latía fuerte, sudaba y su cuerpo estaba tenso... otra vez aquel sueño perturbaba su infantil existencia... todo en su alrededor estaba oscuro, aún era de noche... sus padres dormían tranquilos en la habitación contigua... no quizo levantarse... no sentía miedo... solo ansiedad... quizá hasta curiosidad...
Poco a poco... lentamente la pesadez del sueño llegó como una tibieza envolvente, como una tranquilidad nebulosa en la que fue cayéndo muy despacio... hasta quedar dormida nuevamente.
Las nubes se disiparon en torno a ella... vio el cielo... tormentoso, violento, rojizo... y el impulso de buscarlo le hizo dar un salto y emprender la carrera; callejones, casas, campos pasaban a su lado vertiginosamente... la lluvia empezó a caer... llenando el ambiente de un color rojizo... el cielo palpitaba.... pero ella no se detuvo... era imperativo encontrarlo... dobló por cien esquinas... hasta llegar a una plaza... de cara al mar... Supo que estaba cerca... el relincho doloroso se escuchó como un eco distante mezclado con el furor de las olas... ella unió sus manos al pecho y se sintió llorar... caminó lentamente, tan lentamente que parecía flotar... la lluvia roja arreciaba... el cielo se encendía por momentos... espantosos relámpagos llenaban por instantes de un brillo rojizo todo el ambiente... y entonces lo vio...
Yacía tirado... su magnífico cuerpo era tal como lo había pensado... se acercó y a pesar de verlo en esa condición no sintió pena o lástima... una inmensa tranquilidad se apoderó de ella cuando llegó a su lado... el caballo, la vio... estaba herido mortalmente... de su cuello manaba sangre... y fue la vista de aquella sangre la que la llenó de una extraña sensación... la sangre roja, viva, vital... que se escapaba de su prisión y fluía al fin libre... se arrodilló y lentamente sus manos entraron en contacto con el líquido rojo...
Por primera vez en su vida sintió una sacudida placentera, la tibieza de la sangre... el relincho que era apenas ya un susurro, la violencia de las cercanas olas... la furia de aquel cielo... la fuerza de la tormenta... todo aquello se unió a su cuerpo y se hizo propio... interno... haciéndola casi perder el sentido... un temblor que anunciaba una satisfacción sin nombre fue haciéndose más y más evidente dentro de su cuerpo... al tiempo que el caballo daba su vida, al tiempo que las olas mostraban lo máximo de su poder, al tiempo que aquel cielo se abría por completo sobre aquella tierra... y todo fue rojo... todo palpitaba... todo se elevaba al límite... incontrolable... insaciable...
Cayó por completo al suelo... sus manos llenas de sangre se apretaban con violencia sobre aquella parte que no se muestra, el último estertor del caballo fue largo, triste... oscuro... la última ola se estrelló violenta, la lluvia se detuvo... el rojo se fue desvaneciendo... el silencio llegó... espeso... casi sólido... y con el silencio lo negro se apropió del universo... y la envolvió a ella, robándole aquel placer... lentamente... convirtiéndola en piedra... sin vida... sin sangre... y deseó que aquello no sucediera... luchó contra el silencio... pero no tenía fuerza alguna...
El sol alumbraba su cuarto... su despertar fue doloroso...
Desde afuera... llegaron inconfundibles los sonidos de cascos sobre el piso del patio... y ella entonces... sonrió satisfecha.
Alguna vez tube un sueño asi de perturbador y satisfactorio como el de esta niña...muy bueno "el sueño" ¡¡genial!! R.C.M.C
ResponderBorrarGracias, los sueños también nos dejan... un bonito "sabor", algunas veces.
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