Este poema no fue bautizado por mí, sino por alguien que supo entender el significado mismo de los versos aquí expuestos.
He conocido el amor a través de tus palabras,
viendo profundo en tus ojos, en tu mirada,
escuchando tu voz y sintiendo tus caricias
apreciando tu carácter, valorando tu mente.
Cada momento contigo ha sido hermoso,
el andar juntos por lugares de ensueño,
tomados de la mano y la imaginación
y hemos llegado juntos a perdernos en ellos.
Se han sostenido tiempos difíciles,
de muchas preguntas y pocas respuestas,
con silencios que parecen eternos,
llenos de ansiedad, tristeza y soledad.
Aún en ese terreno indefinible, extraño,
donde el espíritu en verdad se manifiesta...
en medio de insondables silencios y misterios
llegó el calor de tu presencia y el deseo de la vida.
Encendiste estrellas mortecinas,
reiniciaste el baile de los astros,
el cielo volvió a ser cielo
de un azul más precioso y más perfecto.
La sangre se tornó de nuevo roja,
la mente que dormía se hizo mente,
y la imagen salvadora tan presente
en memoria autoritaria se convierte.
Por ello, en ese lapso de inconsciencia,
en rincones ignotos de existencia
el amor se torna en salvación y suerte
alejándo la inminencia de la muerte.