domingo, 30 de enero de 2011

Arrullo






Al convertirnos en adultos,
escondemos la necesidad,
el deseo, el apremio,
de aquel arrullo, de aquel cariño.

Del abrazo protector,
de la palabra de aliento,
de la caricia que cura,
de la sonrisa que consuela.

Disfrazamos nuestra imagen,
nos engañamos a nosotros
suponiéndonos fuertes, estables,
hombres y mujeres por igual.

Pero nunca dejamos aquel niño,
el que explorando el nuevo mundo,
tropieza y se encuentra el dolor
que sólo mamá puede alejar.

Y nos sentimos especiales,
amados y protegidos por aquel arrullo
por aquel ser, inmenso como la vida
poderoso como el amor...

Ser que vence siempre
con una sonrisa y un abrazo
con la suavidad de su arrullo maternal
todo lo que nos causa pesar.