miércoles, 26 de enero de 2011

Sueño Recurrente




Cada amanecer, en ese instante en que los primeros albores del sol aparecen en el horizonte, justo en ese momento es cuando mi mente, mi pensamiento, mi ser entero se eleva, se va, se pierde en distancias que no puedo precisar, a lugares que no puedo explicar, quedo perdido entre dos dimensiones, ambas tan reales como lo que diriamente tocamos, olemos, gustamos...

Todo lo perteneciente a este lado... a esta realidad humana queda latente, estático, sigue moviéndose en el tiempo pero no me afecta, mientras lo que pertenece al otro lado... ese lado que sólo yo percibo en cada amanecer, se dinamiza, se altera, no se inicia porque ya está en movimiento también, pero yo, o una parte de mi, se adhiere a su movimiento.

Hay conciencia en ambos lados, en uno, los sentidos, esos que conocemos todos, continuan registrando las sensaciones normales, en otro, hay sentidos diferentes, nociones ajenas a esta rutina humana, y aunque la materia sigue siendo materia, su esencia, sus raíces son de otra naturaleza.

Por un espacio de tiempo, me adentro y me entrego por completo a esa otra naturaleza, donde la individualidad no existe, donde el significado de acciones, sentimientos y consecuencias no sigue la misma dirección. Allí donde una sonrisa provoca tempestades de estrellas, allí donde el rumor de una melodía forma planetas llenos de vida extraña pero hermosa.

Es un plano donde puedo estar en múltiples lugares a la vez, donde a pesar de ir de un lado a otro, no voy caminando, ni volando, ni flotando, a pesar de ser corpóreo, un lugar donde no hay cansancio, ni dolor, ni ansiedad, ni temor... pero si, mucha, mucha curiosidad, mucha sorpresa, porque cada cosa, cada momento, es siempre nuevo, siempre diferente.

Allí, la alegría es un mar, que circunda a otro oceáno de luz, una luz que acaricia, literalmente. Y se sabe, se siente y se comprende, que ese mar, que ese océano y esa luz... no es algo aparte... sino que es uno sólo con uno mismo.

Los sonidos normales del amanecer, el mañanero canto de los pájaros y la actividad normal que se despliega en cada mañana, son signos, llamadas para volver, para dejar de ser uno sólo con todo y volverme individual, único e irrepetible... y vuelvo...

Vuelvo en paz... tranquilo y reanimado... la vida de este lado no me parece tan mala después de todo... cada elemento de aquel universo encaja en los de este... la diferencia está en sus cimientos, en lo que podamos comprender... pero son iguales...

Acá, tampoco debería yo de ser individualista... pero esa es la manera de ser... ahhhh, buenos días señor sol... si, usted es parte de ambos mundos... su luz, su calor es vida, para todos... si, todos deberiamos ser soles...

Como ansio, que venga nuevamente, el amanecer.