Conjuro de amor

Desde aquellos primeros destellos
envueltos en penumbras y silencios
del amanecer selvático y tropical
que respira la sensualidad natural.

Cuando mi vida se abre a la luz
del nuevo día, a su brillo a su calor
al ritmo cadencioso de los ríos
al verde profundo, al azul inmenso.

Quedo atado al embelezo de tu amor,
hermosa síbila del templo del deseo;
a tus ojos de zahorí, a tus labios de pitonisa
a tu cuerpo, abismo de entregas.

Mi mente sigue el curso que le impones,
sumida ella en placeres indescriptibles
en gozos celestiales, en caricias perfectas,
en destinos de profunda satisfacción.

Mi alma es un orgasmo constante
que convulsiona, que arrastra, que arde
y consume mis ideas, en una sola
adorarte, besarte, poseerte, disfrutarte.

Gloria e infierno por igual, en el verde
salvaje que abarca el horizonte de mis deseos
y donde tú emanas como vaho matinal
penetrando en cada poro de mi cuerpo.

Estoy a tu merced, al hechizo majestuoso
de perderme en la sensualidad roja
de tus labios carnosos, lujuria quemante,
que aniquila cualquier otro pensamiento.

El sudor corre y moja por entero mi cuerpo,
no hay escape, no hay salida,
quiero hundirme en tu edén,
devorando la fruta de la locura.

Y tú, nada sabes... hechicera inocente
caminas desnuda por mis ansias
y brutalmente erótica ofreces el néctar
de la vida, de la muerte, de la desesperación.

Cada amanecer, eres el sol que da vida,
eres el aire que refresca, el río que fecunda
la selva misteriosa, naturaleza abrumadora
misterio, sortilegio, inaguantable pasión.

El dardo de tu existencia atravesó
mi corazón y desde que te ví...
sólo existo para gozar y sufrir
el conjuro de tu amor.