Déjame prometerte un millón de versos: uno rosado, cuando se ponga el sol; un verso tenue, cuando te diga adiós y un púrpura cuando brindemos por el amor.
Por tu fé inclaudicable, nació mi fé, por tu radiante luz, conocí la luz, por tu voz, tu consejo y tu amor, recorrí el sendero de la felicidad, palpitante fuiste en mis noches de amor, cuando sólo las sombras titilaban de pudor, silenciosa y paciente cuando el dolor pasó manchando la orilla de nuestro amor, por eso aprendí a adorarte como la nube al sol, a beber de tu fuente cuando fuí sed, a cantar en tus notas y vibrar en ti, a sentir lentamente el calor de tu piel, a sembrar en tu huerto las rosas de amor, a bordar tus suspiros con mi voz y tu voz, a guardar tus caricias en el fondo de mi, a pintar primaveras en las tardes de abril.
Por eso quiero construirte un verso en el prisma de tus iris ambarinos y que feliz lo cantes por las tardes cuando decline el sol, que se inflamen las noches bajo tu piel y que corra inocente entre tú y yo como un vocablo de fé.
Por tu fé inclaudicable, nació mi fé, por tu radiante luz, conocí la luz, por tu voz, tu consejo y tu amor, recorrí el sendero de la felicidad, palpitante fuiste en mis noches de amor, cuando sólo las sombras titilaban de pudor, silenciosa y paciente cuando el dolor pasó manchando la orilla de nuestro amor, por eso aprendí a adorarte como la nube al sol, a beber de tu fuente cuando fuí sed, a cantar en tus notas y vibrar en ti, a sentir lentamente el calor de tu piel, a sembrar en tu huerto las rosas de amor, a bordar tus suspiros con mi voz y tu voz, a guardar tus caricias en el fondo de mi, a pintar primaveras en las tardes de abril.
Por eso quiero construirte un verso en el prisma de tus iris ambarinos y que feliz lo cantes por las tardes cuando decline el sol, que se inflamen las noches bajo tu piel y que corra inocente entre tú y yo como un vocablo de fé.