CARTA DE AMOR 9

Déjame decirte temprano alondra, que envidio tu prisa y tu vuelo limpio, envidio tu nido y el árbol en que se posa, que debe ser lindo un descanso juntos cuando la tarde acompaña a los que se aman, déjame contarte que me imagino la alegría íntima que hay en tu vuelo, que los latidos de tu pecho no son de esfuerzo sino de emoción por llegar al nido y déjame decirte que algunas tardes cuando en las nubes se funde el oro, yo he visto su nombre en letras blancas, que empuja el viento y que se pierden...

Que llego a casa sin prisa alguna, sin la emoción palpitante de dar un beso, sin la esperanza de recibir uno, con la rutina a cuestas, todos los días, que ha perdido su magia nuestro sueño, que ambos orgullos están alzados, que llora en silencio y en silencio también yo sufro, que solamente hay un saludo, un gesto leve...

¿Dónde quedaron los dulces días cargados de amor, llenos de fé? Aquellas frescas sombras que nos cobijaban, aquellas limpias aguas que nos mitigaban, ¿Dónde la lucha diaria y el beso ardiente,? ¿Dónde el deseo pleno y las caricias?, ¿Dónde el interés cotidiano y nuestras citas? Yo no sé donde, pero todo eso, son sólo ruinas, un monumento viejo que se desangra, un recuerdo lejano que se va muriendo...

Por eso, tímida alondra, admiro tu sacrificio aunque tú no vueles con esa prisa, un trozo de mi alma vuela contigo, lentamente como un suspiro, como cuando volaba presuroso a mi nido.