
Nacemos sin color, de pálido blanco
ausencia de tonos, ausencia de canto,
pero pronto, entre la risa y el llanto
nos vamos cubriéndo de colores tanto.
Alegría y contento se visten de azul terciopelo
al igual que el deseo, la risa y el anhelo,
pintan nuestro horizonte, adornan nuestro cielo
por donde remontamos felices nuestro vuelo.
El rojo encendido es presencia de amor,
de sentimiento, de pasión, de fino calor;
que siembra en nuestra vida especial sabor
aún sea dando gozo o causando dolor.
En el futuro vemos todo de bello verde
es la esperanza que en nada se pierde,
en la que ponemos en juego la suerte
y todo el impulso que nuestro corazón vierte.
Amarillo oro es el color de la amistad
que poco a poco forma en su inmensidad
lazos que cubren con magia la eternidad
de tener en el universo entero la hermandad.
El gris melacólico, opaco, está en las tristezas
en las penas, en los obstáculos en que tropiezas
está en las lágrimas de este terrible rompecabezas,
de la vida, de la cual a cada día más te alejas.
Nos vamos llenos de color, de negro profundo
como arco iris, nos despedimos del mundo
a ser de otras dimensiones, un vagabundo
llevando los colores por otro rumbo.
No dejes que tus colores se marchiten antes de tiempo.